Depresión
Muchos de nosotros nos hemos sentido tristes, abatidos o derrumbados en momentos determinados de nuestra vida, en periodos cortos y específicos que seguramente podremos recordar.
La Depresión es más que sentirse "triste " por algunos días, es un trastorno del estado de ánimo. Una enfermedad que se caracteriza por una profunda tristeza, decaimiento anímico, baja autoestima, pérdida del interés, disminución de las funciones psíquicas y que causa interferencia para realizar las actividades de la vida cotidiana.
Se asocia con una reducción en el funcionamiento y calidad de vida de la persona, y tiene una alta comorbilidad con otras enfermedades como son el trastorno de ansiedad, el consumo de sustancias nocivas, diabetes y enfermedades cardiacas.
Según un Informe de la OMS de Febrero del año 2017, es una enfermedad mental frecuente. Se calcula que afecta a más de 300 millones de personas en el mundo y constituye la principal causa de discapacidad.
La Depresión puede convertirse en un problema de salud serio, especialmente cuando se padece por mucho tiempo. En el peor de los casos puede llevar al suicidio: cada año se suicidan cerca de 800 000 personas, siendo el suicidio la segunda causa de muerte en el rango de edad entre 15 y 29 años. Precisamente, es esta asociación con la conducta suicida la que hace que la depresión sea uno de los cuadros psicopatológicos con más riesgo de mortalidad, siendo de vital importancia tomar conciencia de que precisa de una intervención específica por profesionales de la salud (psicólogo y/o médico-psiquiatra).
Las cifras de prevalencia del trastorno depresivo son prácticamente el doble en mujeres que en hombres, sin que existan grandes diferencias interculturales, lo cual puede estar relacionado con factores genéticos, aunque pueden reflejar diferentes tendencias educativas.
El término DEPRESIÓN es utilizado con demasiada frecuencia para definir estados de tristeza pero que no constituyen, o no cumplen los requisitos para el diagnóstico de una depresión clínica.
La tristeza es un síntoma importante de la depresión, pero desde luego no el único. Por tanto, el trastorno depresivo ha de ser considerado como un síndrome. Resulta complejo diferenciar la depresión clínica de los estados de ánimo depresivos más o menos transitorios y cotidianos. Por ello es importante que acuda a un profesional.
Muchas personas con una enfermedad depresiva no buscan ayuda. Pero la mayoría, incluso aquellas con los casos más graves de depresión, pueden mejorar. Las investigaciones arrojan tratamientos eficaces en forma de medicamentos y psicoterapias para tratar este trastorno.
Síntomas de la Depresión
- Estado de ánimo deprimido la mayor parte del día, casi todos los días
- Sentimientos dominados por la tristeza y la melancolía.
- Se siente vacío, sin esperanza.
- Pérdida de la capacidad de disfrutar las cosas que antes le hacían sentir bien.
- Percepción de disminución o ausencia de sentimientos.
- Se encuentra constantemente fatigado.
- Pérdida de interés por la comida, bebida, actividad sexual, etc.
- Sentimientos de apatía y aburrimiento.
En niños y adolescentes el estado de ánimo puede ser irritable.
Conductualmente:
- Reducción de la interacción y participación sociales.
- Tendencia al aislamiento social, a permanecer en la cama la mayor parte del tiempo.
- Inhabilidad para hacer el trabajo cotidiano.
- Disminución de la actividad sexual.
- Lentitud psicomotriz: tendencia a hablar bajo, a un habla monótono, susurros, movimientos y conducta en general enlentecida.
- Falta de preocupación por el cuidado personal con un abandono del estado y apariencia físicos.
- Ausencia de respuestas de alegría.
- Quejas sobre:
- Aspectos materiales, como el dinero, el trabajo, las labores domésticas, etc.
- Dificultades en la memoria, concentración o confusión.
- Ruidos.
- Pérdida del afecto de los demás: “nadie se ocupa de mí”.
- Sentirse solo.
- Sentimientos de culpa que se expresan como:
- Ser malo para los demás.
- Sufrir por lo que hacen otros.
- No asumir las responsabilidades.
- Llorar, gritar, vociferar.
- Conducta suicida: “desearía estar muerto, quisiera matarme”.
Síntomas somáticos
- Dolores de cabeza.
- Alteraciones del sueño: sueño inquieto, insomnio de conciliación, despertares nocturnos.
- Fatiga: “me canso sin razón”.
- Indigestión gastrointestinal, estreñimiento, pérdida de peso.
- Frecuentes mareos.
- Pérdida de la libido.
- Taquicardia.
- Sensaciones en el pecho.
- Dolores generalizados.
- Trastornos urinarios.
Manifestaciones cognitivas:
- Rumiaciones constantes sobre lo que preocupa.
- Subvaloración de las propias capacidades que generan sentimientos de fracaso, de ser inadecuado, de indefensión o impotencia.
- Expectativas negativas: “todo será siempre malo para mí”.
- Autoculpabilidad y autocriticismo: “la gente podría despreciarme si me conociera realmente”
Depresión en la infancia y adolescencia
La Depresión se manifiesta de forma diferente en los niños y adolescentes respecto a la Depresión en el adulto. Reconocer tempranamente los síntomas en los niños y adolescentes es importante pues ellos mismos no serán capaces de expresarlo.
Según la Guía de Práctica Clínica sobre la Depresión Mayor en Niños y Adolescentes del 2009, en los menores de 7 años el síntoma de presentación más frecuente es la ansiedad. Manifiestan rabietas, irritabilidad, llanto sin motivo, quejas somáticas como de dolor de cabeza o abdominal. Se aprecia una pérdida del interés por los juegos habituales, cansancio excesivo o aumento de la actividad motora. También pueden presentar problemas en alcanzar el peso acorde a su edad, retraso psicomotor o dificultad en el desarrollo emocional.
En niños pequeños, el trastorno depresivo mayor se asocia con frecuencia a los trastornos de ansiedad, fobias escolares y los trastornos de eliminación (enuresis, encopresis).
En los niños de 7 años a edad puberal los síntomas se presentan habitualmente en tres áreas:
Afectiva y conductual: Irritabilidad, agresividad, agitación o inhibición psicomotriz, apatía, tristeza y sensación recurrente de aburrimiento, culpabilidad y en ocasiones ideas recurrentes de muerte.
Cognitiva y actividad escolar: Baja autoestima, falta de concentración, disminución del rendimiento escolar, fobia escolar y problemas de conducta en la escuela y en la relación con sus iguales.
Somática: Cefaleas, dolor abdominal, trastornos del control de esfínteres, trastorno del sueño, no alcanzar el peso acorde a su edad y aumento o disminución del apetito.
En los adolescentes los síntomas son más semejantes a los de edad puberal y aparecen más conductas negativistas y disociales, abuso de alcohol y de sustancias. Pueden presentar irritabilidad, mal humor, inquietud y agresividad, robos, deseos e intentos de fugas, sentimientos de no ser aceptados, falta de colaboración con la familia, aislamiento, descuido del aseo personal y autocuidado, hipersensibilidad con retraimiento social. También puede ir acompañado de pensamientos de autorreproche, autoimagen deteriorada y disminución de la autoestima. En ocasiones pueden tener pensamientos relativos al suicidio.